1806 - 1809
Fundación
Toda historia tiene un comienzo.
La nuestra empieza en 1806, cuando Antonio Raimundo Ibáñez, el Marqués de Sargadelos, inicia un proyecto que cambiará, para siempre, el panorama de la industria y el arte gallego.
Tras desarrollar actividades novedosas para la época, tales como rutas comerciales marítimas, la constitución de la Real Compañía Marítima o la creación de una potente siderúrgica que revolucionó la España del siglo XVIII, Antonio Raimundo Ibáñez inauguró una fábrica de loza en el lugar de SARGADELOS, Cervo (Lugo), lo que le permitió desarrollar su gusto refinado por las Artes Plásticas, aprovechando los yacimientos de caolines existentes en la zona.
1809 - 1832
Primera Época
José Ibáñez, hijo del fundador, con la ayuda de sus tíos y su mujer, Anita Varela, amplió la fábrica original instalando tres hornos de producción y construyendo varios talleres con más de 25 hornos. La producción se elevaría a 20.000 piezas anuales de loza en los comienzos de los años 30.
Estas lozas eran características por su color blanco, su esmalte brillante cremoso o ligeramente azulado, con estilos neoclásicos inspirados en la loza inglesa Bristol. Corresponden a esta época las primeras piezas pintadas a mano.
1835 - 1842
Segunda Época
En 1835, José Ibáñez se asocia con Antonio Tapia para constituir la empresa Ibáñez y Tapia. Con la dirección del francés M. Richard apostaron por la fabricación de loza fina blanca pintada a mano. También abordaron las primeras pruebas de estampación y policromía. Sobresalen de aquella época las piezas con motivos costumbristas, mitológicos y religiosos.
1845-1862
Tercera Época
En 1845, Luis de la Riva y Cía, compostelano, arrenda la administración de SARGADELOS a la familia Ibáñez, iniciando la primera época dorada de la compañía: 1000 familias llegaron para trabajar en la fábrica en 1849.
Bajo la dirección del británico Edwin Forester, se alcanzaron calidades inmejorables en vajillas y figuras, añadiendo variedad tanto en diseño como en color, sobresaliendo las estampaciones monocromas y la impregnación de color en los fondos de las piezas de vajilla blanca y ligeramente azulada.
1870-1875
Cuarta Época
En 1873, asociándose con los coruñeses Atocha y Morodo, la familia Ibáñez recobra la gestión de SARGADELOS, tratando de reproducir sin éxito la calidad de la etapa anterior, cesando las inversiones en nuevas instalaciones y prescindiendo de los expertos ceramistas extranjeros. Los pleitos ocasionados por los Ibáñez llevaron al cierre de SARGADELOS en 1875.
Pese a todo, un siglo más tarde, en 1972, el perímetro de las antiguas Fábricas fue declarado Conjunto Histórico-Artístico debido a la belleza alcanzada en sus talleres y al rico legado cultural que había imprimado en la sociedad de la época y en las futuras generaciones, convirtiendo a SARGADELOS en un verdadero mito con un espacio reservado en la memoria colectiva.
1949 - Actualidad
O CASTRO DE SAMOEDO
En 1949, el pintor e intelectual Isaac Díaz Pardo inicia un taller cerámico que pronto se convierte en el complejo industrial de Cerámica do Castro.
Tras un tiempo experimentando con nuevas técnicas y diseños, decidió reproducir figuras originales de artistas plásticos utilizando tierras gallegas con las que se obtenía una pasta fina, translúcida, de gran dureza y blancura y que aportaban gran calidad a la porcelana.
SARGADELOS
La inquietud artística y empresarial de Diaz Pardo lo llevó a Argentina, donde contactó con exiliados gallegos entre los que se encontraban el reconocido pintor Luis Seoane. Aunque esas experiencias no fueron muy lucrativas en su momento, sirvieron para suscitar el interés de los intelectuales gallegos exiliados de la guerra civil española por la recuperación económica y cultural de Galicia, que se plasmó en 1963 con la creación del Laboratorio de Formas.
La buena relación de Díaz Pardo y Seoane dió pie a la recuperación económica y cultural de Galicia y al resurgimiento de SARGADELOS. En 1968 comenzaron las obras en la factoría de Cervo (Lugo), tras la constitución de la sociedad Cerámica de Sargadelos, fabricando las primeras piezas, tratando de restaurar el espíritu creador y artístico de Antonio Raimundo Ibáñez, que había revolucionado Galicia en su momento. El éxito de tal emprendimiento fue inmediato: diseño y calidad se aunaron con la historia, convirtiendo SARGADELOS en un referente cultural de Galicia. El empeño y alianza entre ambas personalidades y el esfuerzo y dedicación de los trabajadores convirtieron a la empresa en un icono local e internacional, orgullo dentro y fuera de las fronteras gallegas.
Hoy
En la actualidad, SARGADELOS cuenta con dos plantas de producción en las que trabajan más de 200 personas. Dispone de 15 puntos de distribución exclusivos, 70 tiendas de decoración y joyerías multimarca en España, Asia y América.
Junto a su actividad industrial y comercial, SARGADELOS lleva adelante una importante labor de difusión y promoción de la cultura gallega, principalmente de los talentos más jóvenes del Arte y la Literatura.