En los concurridos mercados y feiras gallegos, frente a burbujeantes y humeantes calderos de cobre que llenan el ambiente de un embriagador aroma, las pulpeiras hacen alarde de su destreza a través de la hábil danza de sus manos entre los tentáculos del cefalópodo. Este arte ancestral trasciende la exquisitez culinaria para convertirse en un símbolo arraigado en la idiosincrasia gallega. Surge en los viajes de los arrieros maragatos, comerciantes nómadas que aprovechaban el pulpo, (entonces de bajo valor).

Mediante la práctica del secado y gracias al pimentón y el aceite de oliva que traían desde el sur, lo preservaban y luego lo rehidrataban para su consumo. A lo largo de más de dos siglos, las pulpeiras, con sus manos expertas, han refinado la preparación del pulpo afianzando un arte culinario en donde cada paso es ejecutado con maestría. El pulpo se cocina hasta alcanzar la textura perfecta, luego se corta en rodajas y se rocía con pimentón, sal gorda y un generoso chorro de aceite de oliva virgen.

Cada bocado, no solo entraña un festín para el paladar, también evoca un viaje a través del tiempo y las influencias culturales que han dado forma a esta deliciosa tradición gastronómica gallega.

Esta pieza de porcelana es el reconocimiento de s a este emblema de la cocina gallega, y a sus hacedoras: las pulpeiras, maestras transmisoras de un legado que perdura a través de las generaciones.

Medidas:

Alto: 29 cm

Ancho: 15 cm

Material: Porcelana